Cuando hablamos de noviazgo, tal vez, los que pasamos los cuarenta nos estamos refiriendo a esa relación afectiva entre un hombre y una mujer, con proyectos claros, cuya meta es el matrimonio o, al menos, vivir juntos. Siempre debe existir un compromiso que implique que dos personas adultas se encuentran entre sí.
El noviazgo es una costumbre cultural que depende, básicamente, de la sociedad que lo genera.
Generalmente, la primera atracción es física, luego irán aflorando sentimientos que provocarán que un hombre y una mujer vivan la maravillosa aventura de los inicios del amor. Por eso, debe ser tomado con todo respeto y seriedad.
Un noviazgo significa, sobre todo, tiempo de conocimiento, es así que su estabilidad dependerá de la historia personal, la edad, tipo de comunicación entablada, nivel sociocultural, respeto mutuo que se establezca entre las personas que buscas estrechar lazos.
Las parejas adolescentes no asumen, en su mayoría, un compromiso formal, lo cual no impide que experimenten sentimientos de atracción apasionados. Algunas parejas desarrollan vínculos duraderos, otras no tanto. No por eso los adolescentes no son capaces de amar profundamente.
El noviazgo adolescente puede ser usado como excusa para mantener relaciones sexuales. Excusa que esconde la falta de responsabilidad. Unen el deseo sexual a la idea de amor y cometen el error de creer que aman cuando solo desean físicamente.
Los adolescentes deben tener en cuenta que sus romances son más cortos, debido a que buscan, tanto las chicas como los chicos, experiencias diferentes y tratan de vivenciar situaciones que los ayuden a saber quiénes son, qué valoran y qué caminos tomarán en su vida.
Más allá de eso, vincularse amorosamente en la adolescencia es bueno. La atracción chica-chico debe ser mutua para que no aparezcan presiones ni culpabilidades. El tener una pareja no debe constituir una obsesión ni una panacea para calmar angustias de soledad. Debe ser fuente de confianza, sinceridad y respeto.
Los enamoramientos adolescentes llevan a tomar distancia de los padres y de la familia, y constituyen el comienzo de un proceso de sociabilización con el otro sexo, en donde se sienten escuchados, aceptados, reconocidos y atractivos/as.
Cabe destacar que los adolescentes enamorados idealizan al otro/a, no teniendo en cuenta sus verdaderas características, si no que proyecta, en él, su ideal de pareja y lo transforma según sus propios anhelos. Lo que el adolescente busca es conservar el estado de enamoramiento de su propio yo enamorado.
La licenciada Alma Isabel Pérez Salcedo, psicóloga clínica, sexóloga, afirma, a través de sus estudios gestálticos sobre el amor en la adolescencia: El enamoramiento y noviazgo entre adolescentes están llenos de altibajos, aventuras, gratificaciones emocionales, ilusiones y expectativas, pero también de frustraciones, resentimientos y dolor. Dado que el noviazgo tiende a ser fugaz, es frecuente que se experimenten desilusiones, ya que su inestabilidad emocional lo hace sumamente vulnerable ante los cambios, quien un día puede ser “el príncipe azul”, al otro, será visto como “un tipo nefasto, odioso y molesto”. Otro punto de discusión es cuando termina el noviazgo, lo cual puede causar dolor, desequilibrio e, incluso, mucho daño. Los sentimientos que pueden aflorar cuando se sufre una ruptura amorosa son: tristeza, soledad, ira y cólera, que originan venganza, agresión hacia uno mismo o a la otra persona, tomar la determinación de no volver a enamorarse, etcétera.
El noviazgo adolescente no debe ser contemplado como un peligro o un problema. Por el contrario, poder enamorarse, en la adolescencia, es la evidencia de un buen grado de salud mental y de posibilidad de maduración.
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